Finalmente, el día más esperado llegó y el Teatro Colón vivió uno de esas jornadas que harán historia, sin duda: Martha Argerich y Daniel Barenboim se presentaron por primera vez en el Coliseo porteño, logrando -según los especialistas- el evento artístico más importante del calendario argentino.Resultaba movilizante ver los rostros de los espectadores y sus ojos, claramente humedecidos por lágrimas producto de la emoción. “Hasta al Colón se le piantó una lágrima por semejante espectáculo”, deslizó un avezado abonado.

Ante más de 3.000 espectadores que colmaron las instalaciones, Barenboim y Argerich protagonizaron la primera gala, junto a la Orquesta West Eastern Divan, que conduce el maestro argentino-israelí-palestino. Semejantes potencias se unieron para llevar a cabo el Concierto para piano N°1 de Beethoven. “Lo que Argerich logra en esta pieza es realmente increíble, sublime”, consideró el periodista especializado Federico Monjeau. “Lo que transmite desde su piano Martha produce una conmoción extraordinaria”.

Como si se tratara de un recital de rock, no faltaron los celulares para registrar el célebre momento, selfies incluidas. El histórico público del Colón debió chistar en varios pasajes del concierto, debido a que los “neófitos” tarareaban y palmeaban fragmentos musicales. “Es difícil apreciar la música con semejante ruido”, deslizó una señora visiblemente disgustada. Su compañero acompañó: “Se mediatizó demasiado este estupendo evento”.

Volviendo a lo estrictamente musical, la ejecución fue largamente ovacionada, a lo que Argerich respondió con un bis sorprendente: “ella suele tocar los mismos bises, pero esta vez hizo uno que nunca se había escuchado aquí, y fue maravilloso: ‘Sueños inquietos de las piezas de fantasía’, de Robert Schumann”.El programa había comenzado con una impecable interpretación de la obertura de “Las bodas de Fígaro”, de Mozart. “A mí me interesa particularmente el Mozart de Daniel -dijo Argerich-, porque hace cosas extraordinarias de las cuales aprendo mucho”.

Luego del intervalo, llegó “la hora española”, curiosamente con el compositor francés Maurice Ravel. En este orden se sucedieron: “Rapsodia española”, “Alborada del Gracioso”, “Pavana para una infanta difunta” y “Bolero”.Aplausos de pie. “Todo en Argerich es agraciado, hermoso y a la vez un poco cómico, como cuando al salir al escenario le hizo señas a Barenboim para que deje de aplaudirla”, precisó Monjeau.La fiesta seguirá esta noche, a las 20, cuando Barenboim junto a su Orquesta WEDO interpreten el Preludio, el Acto II y Muerte de amor de “Tristán e Isolda”, de Wagner. Y mañana, a la misma hora, se producirá el esperadísimo reencuentro con Martha Argerich. Ejecutarán a cuatro manos obras de Mozart, Stravinski y Schubert.