“Ei, Dilma, vai tomar no cu”, (‘Hey, Dilma, que te den por el cu…’) gritaba a todo pulmón la “torcida” verdeamarela, que era amplia mayoría en las tribunas. Y eso que no habló ni fue ponchada en las pantallas gigantes del estadio. “No quiere exponerse”, dijeron en su entorno.
La verdadera catarata de agravios llegó luego que por los altavoces se pidió un aplauso del público en homenaje a los ocho trabajadores fallecidos en las obras de los estadios mundialistas, varios de ellos entregados a la FIFA aún sin haber estado totalmente completos.
Las demoras y sobrefacturación de estas arenas han sido blanco de fuertes críticas en Brasil por lo que gran parte de la población considera que fue un despilfarro de dinero público cuando el gigante sudamericano enfrenta graves problemas de salud, educación, transporte, vivienda y saneamiento básico.