El 29 de octubre de 1959, en la revista francesa Pilote, irrumpió -ese es el verbo adecuado- Asterix, una creación del guionista René Goscinny (que vivió en la Argentina desde que tenía dos años, estudió y se graduó de bachiller en Buenos Aires y recién se fue con su madre a Nueva York a los 20 de edad) y del dibujante Albert Uderzo (que nació daltónico y con dos dedos de más, que le fueron quitados con cirugía). De esa extraña dupla nació Asterix el Galo, cuando Pilote recién se lanzaba al mercado para competir con otras publicaciones como, por ejemplo, la belga Tintín. El personaje central de la historieta -sobre la que más tarde se hicieron volúmenes especiales y libros que se vendieron de a millones, además de cientos de dibujos animados y películas-, fue dotado de entrada con un Sancho muy especial: Obelix.
Una de las razones de su éxito -apenas una, recalco- es que su aldea es la única en toda la Galia que resiste al invasor, siempre presente en estas aventuras que pasaron por todos los formatos. No hay que olvidar que cuando salió todavía no había transcurrido mucho tiempo de la ocupación francesa por los nazis, y casi todos los jóvenes que leían la historieta de Asterix El Galo, habían sufrido siendo chicos o adolescentes los himnos hitlerianos y las cruces gamadas en su propia tierra. La verdad es que este dúo surgido de pretendidas leyendas de cuando Francia aún no era Francia -sin ningún rigor histórico, por cierto-, se metió en el bolsillo a gente de todo el mundo. De hecho, las andanzas fueron traducidas a decenas de idiomas, entre ellos el latín y el griego antiguo.
Ahora, en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), este viernes quedará inaugurada -y se extenderá hasta el 3 de mayo- la muestra “Asterix en Buenos Aires”, en una producción conjunta entre el ministerio de Cultura porteño y la Biblioteca Nacional de Francia, con la colaboración de las Ediciones Albert René. Visitar la exposición será una interesante manera de volver a vivir las aventuras y desventuras de aquellos luchadores por momentos cómicos y por otros héroes, de aquella historieta que abría siempre con la misma frase: “Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor“. Y para asistir al CCR no hace falta beber ninguna poción mágica del druida Panorámix.