Bisutti, dijo que “el libro nos interpela” y afirmó que junto a Melillo, “compartimos años en las terceras fuerzas” y “fuimos parte de la historia que cuenta el libro”. La ex diputada nacional recordó que decidió irse de los gobiernos del PJ al Frepaso, en 1990 y de la Alianza al ARI, en 2001; por que tuvo que elegir “entre estar con los intereses populares o con los del establishment”. Recordó que muchos dirigentes no lo hicieron y “por privilegiar un cargo o un lugar; perdieron el rumbo” y confesó que tanto el ARI como el Frepaso fueron “dos frustraciones” ya que “uno a veces está con las fuerzas que quiere, pero los referentes cambian”.
Echenique relató que tanto el Frepaso como el ARI, viraron sus proyectos anti elitisas para apoyar gobiernos de tendencias conservadoras encabezados por Fernando De La Rua (1999 – 2001) y Mauricio Macri (2015-2019). “Las terceras fuerzas tuvieron electores, pero no tuvieron sujeto social”, explicó y ejemplificó el caso de Elisa Lilita Carrió, que primero hizo buenas elecciones en barrios populares y luego su mayor caudal de votos fue en la comuna de Recoleta.
El ex diputado Melillo defendió a las terceras fuerzas, "más allá verlo con una perspectiva bilardista, que perdieron”. Afirmó que muchos proyectos del Frepaso y el Ari, fueron tomados luego por la agenda de gobierno, como la perspectiva feminista, la asignación universal por hijo, la redistribución del ingreso e incluso dirigentes como Roberto Lavagna, que era un economista de Carlos Chacho Álvarez. “Todo esto comienza por oposición al menemismo, hay un partido tradicional, el peronismo, que llega con una propuesta y da un giro hacia el neoliberalismo con Menem y ahí muchos se van al llano, dejando los cargos en el poder”.
El legislador Leonardo Santoro, dirigente de la UCR que ‘saltó la grieta’ hacia el kirchenismo, afirmó que es necesario construir coaliciones superados y evaluó: “vemos la necesidad de superar prejuicios o clichés culturales”. Justificó su decisión: “cuando uno se forma en una cultura de partido como el radicalismo, no razona simplemente a partir de criterios racionales sino que la dimensión emotiva juega un papel muy fuerte y uno se casa con el partido, forma parte de una organización que lo trasciende, ya que está desde antes que uno llegue al mundo y que sabe que va a estar una vez que uno se vaya”.