En el Salón Dorado. Allí participó la legisladora y anfitriona del encuentro, Silvia Imas; el ministro de Seguridad de la Ciudad, Waldo Wolff; el Embajador de Alemania, Dieter Lamlé; y el exdiplomático, Pedro von Eyken. En su apertura, Imas brindó una serie de agradecimientos y calificó: “Ese día marcó un hito fundamental en la historia del mundo moderno, marcó el fin de una era y el principio del fin de la Guerra Fría. El muro dividió familias, amigos y la opresión de la libertad”. Y determinó que la caída del muro fue “un día de gloria” para el mundo. A su turno, Lamlé recordó el día que se enteró de la caída del Muro de Berlín: “Nadie, ni los más optimistas, hubieran imaginado que el muro iba a caer en esos días, en esa época parecía imposible”.

Luego realizó una revisión histórica de aquellos años y concluyó: “Esos momentos de alegría me enseñaron que nunca hay que dejar de creer en lo imposible, aunque los desafíos y los problemas parezcan insuperables. Creo que un optimismo real es sumamente importante y es la base para cualquier desarrollo positivo y desafío interno o externo”. El día 9 de noviembre del año 1989 se conoce popularmente como “El día en que cambió el mundo para siempre”. En efecto, ese día ocurrió un hecho histórico, anhelado por todos aquellos defensores de la libertad y de los valores democráticos: la caída del Muro de Berlín en Alemania.

Berlín estuvo dividida no solo por ideología, sino por una barrera de hormigón que serpenteó por la ciudad y funcionó como símbolo de la Guerra Fría. El muro transcurría por el centro de la ciudad y separaba Berlín Oriental de Berlín Occidental y tenía una longitud de 43,1 kilómetros. Las instalaciones fronterizas que separaban Berlín Occidental del resto de la RDA, tenían 111,9 kilómetros de longitud y 6,6 metros de altura. La noche del jueves 9 de noviembre del mencionado año, se derribó la fortaleza que dividía a Alemania y reunió a más de quinientos millones de personas del este y el oeste, muchas de ellas separadas de sus familias y seres queridos. De este modo, la caída del muro representó mucho más que un derrumbe material.