En un hecho que no reconoce precedente, el Comité Ejecutivo de la AFA no respaldó a Julio Grondona. Los dirigentes de los clubes les dieron una vida más a los torneos cortos -Apertura y Clausura- y fueron a contramano del veterano caudillo que gobierna la casa del fútbol. El presidente de la entidad, que antes del debate en el edificio de la calle Viamonte alertó a los integrantes del Comité sobre las consecuencias de sus actos, fue prescindente durante el intercambio de ideas. Y aceptó el generalizado consenso: ni siquiera hizo falta la votación. En declaraciones a la agencia Télam, Grondona justificó su prescindencia: «Yo no abrí la boca en la reunión. Prefería un torneo largo, es verdad. Pero dejé que fueran los clubes, o la mayoría de los clubes, los que decidieran. A ellos les parece mejor seguir con dos cortos, y así seguiremos». La reforma de los torneos entrará en vigencia a partir de julio, cuando comience el Apertura 2012. Establece que habrá tres ascensos directos e igual cantidad de descensos: los dos peores promedios y aquel equipo con menor cosecha de puntos en la temporada. Eso sí, la comisión de torneos de la AFA estudiará casos particulares, como por ejemplo qué pasará si dos equipos con promedio saludable igualan en la última posición de la tabla general. El cambio en la primera acarreará modificaciones en el ascenso. La B Nacional tendrá tres ascensos y dos descensos por promedio, sea cual fuere su afiliación. En el resto de las categorías habrá dos ascensos e igual cantidad de descensos. Los cambios aprobados certifican la muerte de las promociones, un sistema que era criticado desde los organismos de seguridad. En el mismo sentido, el gobierno nacional -socio de la AFA en el Fútbol para Todos, por el que le paga $ 825 millones al año- había «sugerido» impulsar el regreso de los torneos largos. Tanto en la Casa Rosada como en el gobierno bonaerense veían con buenos ojos que hubiera un solo campeón, y un menor grado de conflictividad en las canchas argentinas. En las altas esferas del poder no quieren revivir imágenes como las de la cancha de River, el 26 de junio del año pasado, cuando el club de Núñez perdió la categoría y sus hinchas explotaron de ira. «No hubo ningún mecanismo de apriete», confesó uno de los integrantes del comité luego del cónclave. «Tampoco hubo especulaciones. Acá se arribó a un consenso y decidimos mantener los dos torneos porque tenemos más oportunidades de salir campeones», agregó el dirigente consultado. En rigor, y para evitar suspicacias, el mensaje que quisieron propalar desde la AFA fue que consagraron un «torneo largo con dos campeones». Traducido: un híbrido para dejar a todos contentos. Pese a que en el círculo aúlico de Grondona ya intuían que muchos clubes no querían saber nada con el torneo largo, intentaron convencerlos durante la tarde. Fue en vano: la posición común estaba arraigada desde hace varias semanas, y pese a que hasta último momento se entablaron reuniones con representantes del fútbol del Interior y del ascenso, no hubo caso. El movimiento pro torneos cortos ya tenía demasiados adeptos como para torcer esa voluntad. El consenso se blanqueó a medida que los presidentes de los clubes de primera fueron llegando al edificio de la calle Viamonte. «Corto, corto», era la respuesta de quienes elegían hablar. Como para que nadie dudara de cuál era su postura. ¿Por qué eligieron contradecir al presidente? En primer lugar, nadie cree que desde Balcarce 50 vayan a tomar medidas por las reformas aprobadas. «No habrá represalias. Descartalo», aventuró otro de los asistentes, que además suele hablar con el poder político. En segundo lugar, los torneos cortos posibilitaron la democratización de los campeones -el primer campeón del Fútbol Para Todos fue Banfield, que nunca había levantado un título nacional; el segundo, otro equipo que hacía casi dos décadas que no festejaba en primera, Argentinos Juniors-. Y además, los dos torneos posibilitan que durante todo el año calendario los clubes jueguen por algo. «Mirá España, que tiene torneo largo. ¡Ahí juegan Real Madrid y Barcelona y el resto mira por televisión!», fue la comparación elegida por otro dirigente. Con esos argumentos, los clubes se plantaron. Y fueron a contramano del histórico lider.