Ese gesto de minúsculo despilfarro es un vehículo sutil para ejercer la autoridad. Emilio Zelaya, un Cachi de goleador, convierte el primer gol, cuando los segundos se acercan al primer minuto en la Bombonera helada. Pero a Gustavo Alfaro no se le mueve ni un músculo de la cara, tal vez presiente lo que recién empieza. Cierra la boca. El uno a cero, después del preciso centro de Carlos Carbonero, vulnera a Agustín Orion y enfría las almas. ¿Es el mismo equipo que trituró futbolísticamente a la U de Chile en la ida de la semifinal de la Copa Libertadores? Sí. Del dos a cero contra el bielsista Jorge Sampaoli al cero tres ante el bilardista Gustavo Alfaro. Porque Boca, ayer, en su estadio, perdió 3-0 contra Arsenal de Sarandí. Después de esa trompada al mentón de Zelaya, de ese frentazo desestabilizador, llegaron dos perlas de Luciano Leguizamón para que el modesto -por historia, no por contrataciones de futbolistas- conjunto del que es hincha Julio Grondona diera el bombonerazo en una fría noche de junio que quedará en los libros.Fue en una réplica que llegó el segundo antes del ocaso de la primera mitad. Pelotazo desde el fondo, Leguizamón la bajó para Cachi y el ex Banfield, solidario, astuto, frío para pensar, se la dejó para que la empujara por el centro del área. Así, de repente, Boca se sintió humano, lejos de las calificaciones a favor del pasado jueves.Sufrió por no tener la pelota. Padeció la poca solidez en la última línea. Después de mucho tiempo, enfrente hubo un rival superior. Un contrincante intenso, sin nada que perder, que lo desnudó hasta dejarlo en un impensado segundo puesto en la tabla de posiciones, a dos puntos de la cima que ahora abrigan los ilusionistas Arsenal y Tigre.El error de Rolando Schiavi le puso cierre a uno de los peores shows en la Bombonera en lo que va del año y le dio forma a un 0-3 que, justamente, hizo que cerraran la Boca…Para consagrarse en el torneo, los futbolistas que dirige Julio Falcioni están obligados a vencer a All Boys en Floresta y aguardar por una derrota del conjunto de Victoria ante el Rojo y un traspié del equipo de Alfaro frente a Belgrano, en el Viaducto. Arsenal festejó porque jugó mejor, le mostró su peor cara al rival. No fue por el cansancio azul y amarillo ni por la actuación del árbitro Germán Delfino. Así que cerrá la Boca.