Gol. ¿De Boca o de Independiente? De los dos. Seis en una noche, tres por cada lado. Partidazo en la Bombonera, sobre todo por la cantidad de errores que generan adrenalina y gritos prolongados. En el partido de ida por la Copa Sudamericana, el equipo de Julio Falcioni y el de Cristian Díaz empataron tres a tres. Difícil de analizar en profundidad esta igualdad, dan ganas de observar las repeticiones y entregarse a la satisfacción de lo más lindo del fútbol: cuando la pelota entra al arco. No hay dudas: el Rojo quedó mejor parado para la revancha del próximo miércoles en Avellaneda. Boca está obligado a ganar o a un 4-4 para avanzar de ronda. El golpeado Díaz se llevó algo de oxígeno para sus pulmones cansados. Y se llevó las palabras: no hizo declaraciones…
Apelar a la cronología implica cronicar seis episodios que se adhieren a una noche rara, como encendida. Galeano trastabilló, se enredó y le sirvió la pelota a Santiago Silva. El uruguayo no falló: 1-0. Centro de Vidal, Schiavi -se zarpó de guapo y Loustau le mostró muy bien las dos amarillas- no lo vio a Santana y el volante puso el 1-1.
Quedaba un minuto para que terminara la primera parte. Y había más: el dos a uno de Somoza ¡después de un lateral! Pésimo accionar de la defensa del Rojo, el Tanque se la dio a Somoza y el rústico cinco le rompió el arco a Hilario Navarro. En el segundo período, otra vez el Diablo metió la cola y llegó el dos a dos porque D’Angelo salió muy mal, no contuvo, la pelota se le escurrió y Rosales la acarició la red. Qué partido, mi viejo. Así no hay garganta que aguante. Si se levantó de la silla se perdió el tres a dos, la perla de la jornada, el tiro libre mágico de Sánchez Miño, la aparición más interesante de Boca y, tal vez, del fútbol vernáculo. De hecho, Alejandro Sabella lo fue a ver.
Y el cinco, solo frente a la pelota, acarició la redonda y enmarcó el 3-2. Go-la-zo. Boca, con diez, lo mereció. Pero esto es fútbol. Y el Diablo se metió en el cuerpo de Clemente Rodríguez, que le hizo penal a Leguizamón. Farías lo cambió por un 3-3. Al cierre de esta edición, había sospechas de más gritos. Es el Diablo…