Cuando Edgardo Giménez crea obras de arte lo hace porque sí. Por ejemplo, cuando hizo la pera verde allá por la década del 60, no fue porque se estaba comiendo una pera. Simplemente le dieron ganas de hacer una pera y entonces la hizo grandota y verde. Le pasó lo mismo con los monos y con los gatos. Tuvo ganas de hacerlos y los hizo. Y como le gustan los colores, sus obras son, en general, muy coloridas. “Eso es lo que tiene de bueno el arte, uno es libre de poder inventar cualquier cosa”, dice, ahora, a los 70 años, vestido con pantalón rojo y camisa amarilla, mientras repasa algunas anécdotas.
Edgardo es uno de los tantos artistas que dio la Generación del Di Tella, semillero de importantes talentos para el país, y hasta el 7 de julio exhibe algunos de los trabajos que realizó a lo largo de su carrera en la coquetísima Galería Matilde Bensignor, en Belgrano (Matienzo 2460).Cuando era chico, un poco inspirado por Walt Disney, Edgardo dibujaba mucho y quiso dedicarse al arte cuando se dio cuenta de que “los grandes” dibujaban peor que él. Para él, “el arte es placer. Siempre apunté a que no sea un arte dramático, que sean obras placenteras, que la gente se sienta cómoda, liberada de la angustia cotidiana. Porque ya estamos saturados de noticias malas. Entonces es bueno desintoxicar al espectador, que se relaje, que lo disfrute”.
Una vez, tomó de “Las Meninas”, el famoso cuadro de Velázquez, a la infanta Margarita de Austria para ubicarla en un laberinto: “Decidí sacarla de contexto, quizás está perdida y su nobleza no permite que muestre pánico”. Ese cuadro se puede ver en la galería. También está la mona bailarina, recreada de una vieja instalación sobre Tarzán y la Mona Chita: “Esta mona ya está civilizada, es bailarina, aprendió en el Colón. Tarzán siempre la miraba con una carga afectiva”, recuerda entre risas.Hay otras propuestas para ver, porque Edgardo no es “de los artistas que inventan una cosa y lo repiten el resto de su vida”, según se define: “Es difícil disimular el tedio que da algo repetido al infinito. Me gusta experimentar, disfrutar la obra y compartirla. El aburrimiento y la alegría se transmiten”.