Un tipo camina por México al 1700, de repente detiene su marcha en la puerta del teatro El Laberinto del Cíclope, mira la pequeña marquesina y se queda observando la misma foto que todos los que pasan por aquí se quedan viendo un largo rato. La imagen tiene a siete personas desnudas y el título “Al natural”, después de analizar cada uno de los cuerpos que se ven en el cartel, el hombre de jeans gastados y buzo negro, sonríe y se va. Está claro, en este teatro chiquito hay una obra que no se ve en cualquier lado.

Una vez dentro del “Laberinto…” uno se encuentra con Cuba, el iluminador, un morocho grandote que mira desde la barra del bar. A sus espaldas está la escalera que nos llevará al teatro propiamente dicho. Algunos espectadores esperan que se haga el horario de la obra en las mesas, tomando un café y charlando. A las 21, el presentador se acerca y anuncia a que ya se puede pasar y que hay que apagar los celulares.La cuarta fila es la más directa a la escalera, será una ubicación clave por si la situación se va de las manos. Pero al arrancar la pieza los temores se esfuman, es todo normal salvo un detallecito: los actores no tienen ropa… ¿La historia? Es simple: Alí y Renato son hermanos, su padre murió hace unos años y dejó como herencia una residencia en una playa paradisíaca. Renato lo convirtió en una posada nudista (de ahí la excusa para que todos estén desnudos) y Alí se infiltra para sabotear el proyecto y crear su propio resort. Hay que reconocer dos cosas: al principio cuesta concentrarse en la historia con tanta desnudez reinante. Una breve primera escena tendrá a los actores vestidos, pero el resto estará completamente a flor de piel. Segundo: de erótico o pornográfico no hay nada. Sólo gente desnuda, nada más.

Detrás de esta historia de hermanos, dirigida por Omar Ottomani y protagonizada por Marcos Orange, Alexander Pífano, Antonella Lo Giudica, Catalina Berracarratz y Bruno Giaccobe, la obra defiende los valores y las creencias naturistas, aceptándose cómo uno es, valorando la belleza interior y disfrutando de la naturaleza. En clave de humor, los chistes abundan durante la hora y cuarto de duración y juegan con el público con frases como: “Esto se está poniendo muy raro para mi gusto”, lo que resume lo que todos -del otro lado del escenario- imaginan. Aunque la tensión que se percibía en la previa fue desapareciendo y las risas “bancaron” algunas bromas que no eran de gran nivel.

Al finalizar la obra los actores salen con batas (¿ahora les da pudor?) a saludar y tras el aplauso las luces se apagan. La experiencia terminó y de nuevo en la puerta otro tipo de jeans gastados y buzo negro se acerca y pregunta: “¿Viste la obra? ¿Y? ¿Se ponen en bolas? ¿Tan buenas las minas?”.

“Al natural”, viernes y sábados, a las 23.45 en El laberinto del cíclope, México 1718.