El profesor Said Chaya, analista internacional y coordinador del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral, comparte su análisis sobre la primera visita del presidente Milei a Israel. “En primer lugar, es importante destacar que este viaje no debería resultar sorpresivo. Javier Milei ha hecho pública su voluntad de constituir una suerte de alianza preferente entre Argentina e Israel durante su campaña, por lo que podríamos sostener que se trata de un apartado más del “contrato electoral” con sus votantes, que, en tanto constituyó una opción mayoritaria de la ciudadanía, se encuentra en pleno derecho de implementar”.
“En su visión, el presidente argentino reproduce una suerte de idealización: el Estado Judío encarna los valores republicanos y occidentales, como si fuera una suerte de “isla” dentro de Medio Oriente. Manifiesta así su desconocimiento por el conflicto palestino-israelí y los avances democráticos en la región en las últimas décadas, que, independientemente de las opiniones, permiten establecer categorías más amplias y no tan taxativas, acercando de este modo posiciones con eventuales países de la región interesados en los bienes que Argentina exporta. En otros países de la región como Irak, Argelia, Turquía, Líbano, Jordania y Kuwait también se realizan elecciones libres en un ambiente de pluripartidismo”.
“Esta visita podría ser la antesala al traslado de la embajada argentina a Jerusalén, un hecho también publicitado en la campaña. De esta forma, nuestro país pasaría a integrar el selecto grupo de países que mantienen su representación diplomática con sede en esa ciudad atravesada por largas disputas, junto con Estados Unidos, Guatemala, Honduras y Papúa Nueva Guinea.
Para la postura tradicional de Argentina de mantener una cierta equidistancia (con sus vaivenes) del conflicto árabe-israelí, la posición que Milei pretende adoptar constituye un quiebre de dudosas consecuencias, dado el interés relativo que la región presenta, de momento, para los reducidos intereses estratégicos argentinos: Medio Oriente, aunque podría tener un gran futuro, no es una región central para el intercambio de bienes argentinos; además, las ventajas del acercamiento tecnológico con Israel puede darse, como hasta ahora, con independencia del alineamiento político profundo que el presidente busca.
La región tampoco es una amenaza para nuestro país. Argentina ya marcó la diferencia en diciembre pasado, cuando se abstuvo de pedir un alto al fuego en Naciones Unidas frente a la muerte de civiles y la destrucción de infraestructura básica en Gaza, un tétrico escenario que, según la Corte Internacional de Justicia, parece bordear el genocidio”.
“De lo anterior se desprende que enmarcar esta visita en brindar un espaldarazo a la lucha contra el terrorismo, especialmente la que Israel lleva adelante contra Hamas, parece no ser del todo precisa. La voluntad del entonces candidato presidencial de acercar posiciones con Israel se había manifestado varios meses antes del trágico ataque del 7 de octubre. Por otra parte, la entrevista con el Papa Francisco fue pactada con posterioridad a la planificación de este viaje, por lo que buscar describirlo como un “recorrido ecuménico” que lo llevará del Muro de los Lamentos a la basílica de San Pedro parece un tanto forzado”.
“Otro punto interesante en el abordaje de este viaje oficial es el impacto que tendrá en la comunidad judía en Argentina, que deberá evaluar hasta qué punto la asociación con la figura del presidente Milei, que indefectiblemente (aunque quizá injusta) se hará, le resulta conveniente, en un contexto que tiene a la tragedia en Gaza como telón de fondo”.