Cuando decidió volver a dirigir, Carlos Bianchi jamás hubiera imaginado que estaría obligado a ganar un partido para no ver a Boca en el último puesto. Sin embargo, tras un semestre para el olvido, esa fue la situación que se presentó en la Bombonera y, al menos, los de La Ribera cumplieron con el modesto objetivo. Le ganaron a Arsenal por 1-0 con gol de Walter Erviti, a los treinta minutos del segundo tiempo, y así superaron a Argentinos y Estudiantes en el fondo de la tabla de posiciones.
Antes del único tanto del encuentro, el árbitro Germán Delfino tuvo un par de decisiones polémicas. En el primer tiempo le anuló un gol a Julio Furch por posición adelantada, pero el delantero estaba habilitado por Juan Sánchez Miño, que había quedado relegado cerca de su arco tras perseguir a Pablo Lugüercio. Ya en el complemento, pero aún 0-0, Juan Román Riquelme le pegó al arco y Diego Braghieri la rechazó con la mano tirándose al piso. El juez la juzgó como casual, pero el brazo del defensor pareció estar demasiado extendido… En contrapartida, al zaguero también se le invalidó un tanto de cabeza (hubiera sido el empate), pero en esa sí estuvo correcto Delfino, porque Braghieri estaba adelantado. Mención aparte para Riquelme, que volvió a jugar luego de varias semanas afectado por un virus y logró por fin elevar el volumen de juego de Boca. Además, con un caño a Mariano González y un remate picado que Cristian Campestrini desvió con lo justo (dio en el travesaño), demostró que su talento sigue intacto. Fue la figura del partido. Aunque sólo haya servido para salir del fondo.