Al habitual trabajo de reciclar, separar y embalar residuos, una cooperativa de recuperadores urbanos le sumó las tareas de diseñar, fabricar y vender. La organización Creando Conciencia lanzó la primera línea de muebles producidos por sus propios integrantes con madera plástica, un material elaborado con desechos pos consumo.
Con la colaboración de dos diseñadores industriales de la UBA, Pablo Bianchi y Facundo Spataro, los 40 socios de la cooperativa se capacitaron, aprendieron el oficio de carpintero y soldador, y pusieron manos a la obra. Fue algo así como una universidad intensiva. Prueba y error. “Todo es cuestión de voluntad. Yo ni siquiera sabía cómo era una pinza y ahora estoy trabajando en el taller. Tampoco tenía idea de cómo tomar una medida para hacer una mesa y terminé aprendiendo a usar la máquina”, cuenta Sonia (42 años), madre soltera de un hijo, que acaba de cumplir diez años en la organización.
Entre todos los integrantes construyeron una serie de bancos y mesas destinados a espacios de uso común, como plazas, jardines, parques, edificios y terrazas, pues resisten a la intemperie. Los asientos son de tamaño público, tienen un largo de 2,40 metros y cuestan cerca de 7.000 pesos.
La intención del presidente de Creando Conciencia, Edgardo Jalil, es que el mobiliario sea parte del paisaje de la Ciudad. Por lo pronto, ya inició las conversaciones con las autoridades para exhibir los bancos en la Plaza de las Naciones Unidas, frente a la Floralis Genérica. “Qué mejor que el vecino que separa la basura pueda ver que eso se convirtió en un banco de su plaza o de su barrio”, sueña Jalil.
Más adelante, si la primera línea de productos logra insertarse en el mercado, los diseñadores industriales ya analizan nuevos accesorios para fabricar. “Aunque es prematuro, hemos pensado en armar cestos de basura, maceteros y pérgolas, entre otras cosas. Ojalá que el proyecto empiece a crecer y llegue también a las empresas y otros lugares”, planifica Spataro, profesor de Diseño Industrial en la UBA y en la escuela ORT.
El trasfondo de este emprendimiento, no obstante, es que los trabajadores se capaciten en nuevos oficios y mejoren sus condiciones de vida, con una mayor rentabilidad. “Con esta unidad de negocio logramos un salto de calidad, basado en nuestros dos pilares, que son la inserción social y el cuidado ambiental. Queríamos darles un empleo calificado, que no implique caminar doce horas bajo el frío o en condiciones inhumanas”, considera Jalil. Y sobre la distribución de las ganancias, agrega: “Acá no tenemos sueldos fijos, sino retiros mensuales en base a lo que supuestamente vamos a ganar por nuestro trabajo. Es todo a pulmón, pero estamos felices”.