La polémica manzana 66 de Balvanera mantiene en vilo a los vecinos de la zona. Luego de que lograran frenar la construcción de un microestadio y accionaran contra el nuevo complejo de canchitas de fútbol por ruidos molestos e intensa iluminación, ahora volvieron a manifestarse contra la habilitación de las canchas, que desde la semana pasada funcionan todos los días hasta la madrugada.
La organización “Manzana 66 Verde y Pública”, que busca construir allí un espacio público, denunció que la Ciudad habilitó “frentes destruidos, veredas rotas, con lugares donde no hay pared y cumplen esa función los carteles publicitarios, con luces igual de invasivas y griterío”. En su página de Facebook, también informaron que recurrieron a la Fiscalía N° 20 a cargo de Juan Rozas para quejarse por la reapertura del lugar.
La manzana de la polémica está delimitada por las avenidas Belgrano y Jujuy y las calles Moreno y Catamarca. Allí, las once canchas de fútbol con césped sintético ya habían funcionado entre octubre de 2015 y enero de este año, cuando el mismo fiscal recorrió el predio, comprobó las irregularidades y le ordenó a la Dirección General de Fiscalización y Control que hiciera una inspección para ver cuáles eran las condiciones de habilitación.
Efectivamente, las canchas de “El Estadio” no estaban autorizadas y todavía pesaba una clausura sobre la obra para construirlas, por lo cual fueron cerradas por última vez el 2 de febrero pasado.Es por eso que generó sorpresa en el barrio cuando el miércoles pasado el complejo reabrió sus puertas sobre Belgrano. “No sólo volvió la iluminación de potencia. Quedan las botellas rotas en las veredas y cualquiera termina orinando donde se le ocurra”, se quejó Alejandro, un vecino que vive enfrente.
Desde la Agencia Gubernamental de Control explicaron que el predio fue legalizado para operar como canchas de fútbol, vóley y bar, luego del estudio positivo realizado por la Dirección General de Interpretación Urbanística.La historia de la gente y la manzana en cuestión data de varios años. Todos los lotes donde construyeron las canchas pertenecen a una sociedad anónima llamada Micrisol. Antes, el directorio de esta empresa estaba conformado por la familia Miguens, pero desde 2011 está presidido por Marcelo Gregorio Ernst. Desde ese año, esta sociedad fue comprando todos los edificios que había en el predio.
La intención original era construir allí un microestadio similar al Luna Park, con capacidad para 18 mil personas. Pero para concretarlo hacía falta que la Legislatura aprobara una modificación del Código de Planeamiento Urbano. Además, los vecinos juntaron firmas y se manifestaron en contra porque -alegaban- el movimiento iba a tener un impacto negativo en el barrio. Así, los dueños decidieron alquilarlo para otras actividades.
Pero la lucha vecinal no termina ahí. Ahora insisten con crear un espacio público y argumentan que Balvanera tiene sólo 0,4 metros cuadrados de verde por habitante, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda de 10 a 15 m2. Su pedido incluso llegó a la Legislatura a través del diputado Adrián Camps, quien hace una semana presentó un proyecto de ley para expropiar la manzana y construir allí una plaza, un polideportivo y un centro educativo y cultural.
Los vecinos, por otro espacio verde
Una situación casi calcada se dio en Colegiales, donde los vecinos -aún hoy- luchan para crear un espacio verde en terrenos donde el Gobierno kirchnerista pretendía construir una sede del Mercado Central. Finalmente, y luego de cinco clausuras por parte de la Ciudad, el predio comprendido por las calles Crámer, Olleros, Jorge Newbery y las vías del ferrocarril Mitre fue desmantelado y pasó a manos de la administración porteña. Sin embargo, no se resolvió qué se hará en ese lugar. Los vecinos de la zona, junto con la legisladora Paula Oliveto Lago (Coalición Cívica), impulsan un proyecto de ley para convertir ese predio ferroviario de 3.000 metros cuadrados en una plaza.