Especialistas en residuos y cuidado del medio ambiente volvieron a analizar ayer por la tarde , en la Legislatura porteña, el sistema de reciclado de basura seca de la Ciudad de Buenos Aires y ponderaron como altamente positiva la labor que desarrollan los más de 5.000 «cartoneros» formalizados que actúan a través de cooperativas. Ayer  fue la tercera reunión de ese tipo organizada por la comisión de Ambiente, que preside la diputada Inés Gorbea (Suma+), con el propósito de analizar la situación del servicio de recolección de residuos secos y del marco legal a través del cual se regula la actividad, cuando están próximos a vencer los contratos suscriptos entre la CABA y las cooperativas.

Las deliberaciones se realizaron en el salón Presidente Perón, con la presencia del legislador Adrián Camps (PSA) y la participación de Gonzalo Roqué, de la Fundación AVINA; Pablo Schamber, antropólogo y etnógrafo de los cartoneros; Alejandra Reich, del Programa UBA Verde; Pablo Wisznienski, urbanista y uno de los redactores de la ley de Basura Cero;  Francisco Suárez, autor de un estudio sobre actores sociales y gestión de residuos; Nadia Mazzeo, especialista en tecnologías para residuos sólidos urbanos del INTI; representantes del Instituto de Ingeniería Sanitaria de la UBA; Martín Scaraville, estudioso del impacto ambiental en los Centros de Clasificación, y María Senmartin, directora de la Ciencias Ambientales de la UBA.

En un encuentro anterior, los diputados de la Comisión de Ambiente se habían reunido con representantes de las cooperativas de reciclado. Se plantearon diversas dificultades, problemas y fallas del sistema, pero a la vez se sostuvo que es un mecanismo «único en el mundo», si se tiene en cuenta la magnitud de Buenos Aires, y muy importante en sus resultados, si se considera que con el «cirujeo» se recuperan alrededor del 20 por ciento de los residuos sólidos, según estimaciones aproximadas porque no hay cálculos exactos. Entre los cuestionamientos se planteó «cierto debilitamiento del área que debe controlar el cumplimiento del servicio» y «los problemas que afrontan las cooperativas por falta de capital para invertir en infraestructura o logística». Estas limitaciones se pueden demostrar porque la cantidad de recicladores no se ha incrementado en los últimos tres años, se indicó.

Se dijo en la reunión que hay «falencias» y «fallas de funcionamiento» que deben ser analizadas para llegar a «propuestas superadoras», pero hubo coincidencia en que el sistema de de gran utilidad y muy bajo costo, por lo que se rechaza cualquier eventual alternativa de concesionar o privatizar en empresas este servicio de reciclado de residuos secos. «Debemos implementar una política pública porque el sistema, a pesar de sus falencias, es eficiente, es menos costoso que otras alternativas como la privatización y es sustentable con inclusión social. Esta es la política pública de inclusión social más exitosa de la CABA», enfatizó el representante de la fundación AVINA.

Se indicó que en todas las grandes ciudades del mundo el tema de la basura es «un problema ambiental y presupuestario», que consume entre el 20 y el 40 de las erogaciones de grandes municipios. Por eso se acordó «maximizar el potencial de los recicladores» a los que se pondera como «una fuerza de trabajo al servicio del medio ambiente, la sustentabilidad y la inclusión social».El antropólogo Schamber coincidió en que «lo que hoy tenemos en la Ciudad, que es único en el mundo, debe ser el piso o base para mejorar el sistema de reciclado con inclusión social. Hay que mejorar, superar las fallas y debilidades y tener la meta de ampliar el sistema», concluyó.