La aparición del coronavirus transformó la vida de todos. Muchos tuvieron que apagar las luces y cerrar sus puertas. Ese fue el caso del Teatro Colón que desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en marzo, bajó sus telones. Pero el show continuó en otro escenario, porque sus trabajadores se convirtieron en voluntarios de la lucha contra la pandemia. Bailarines, violinistas y hasta el director ejecutivo del teatro, Martín Boschet, asisten a los pacientes leves en el Hotel Presidente, uno de los centros de aislamientos que funciona en la Ciudad de Buenos Aires. El plantel estable del teatro se reparte las jornadas para cubrir las necesidades del hotel las 24 horas del día.
Entre ellos, Paula Cassano (bailarina), Ayelén Sánchez (bailarina), Gerardo Wyss (bailarín), Rubén Lávaque (Valetto), Alma Quiroga (violinista) y el antes mencionado Martín Boschet se ocupan de recibir y dar el alta a los pacientes, entre otras tareas.En este desafío no hay rol protagónico ni papel secundario. Todos cumplen la rutina de 8 horas de trabajo y de acuerdo al movimiento de la jornada algunos eligen dormir en el hotel. Además, en los tiempos de descanso, que son pocos, aprovechan para hacer alguna clase. «Tratamos de mantenernos activas para no olvidarnos de que somos bailarinas», dijo Paula Cassano. Como ellos, otros trabajadores del Colón colaboran con la causa en centros de vacunación y en la atención telefónica de la línea 147 del Gobierno de la Ciudad. Otros se abocaron a la confección de barbijos para repartir entre quienes los necesitan.