Escrita por Florencia Galarza
La Argentina se aproxima al millón de infectados de Covid-19, de los cuales más de 750 mil lograron recuperarse. Pero cabe cuestionarse qué es estar “recuperado”, ya que aunque el virus haya abandonado el organismo y la vida de la persona ya no corra riesgo, estudios científicos señalan que la recuperación podría no ser total.
Es sabido que el coronavirus puede ser mortal solo para dos grupos de riesgo: adultos mayores y personas con enfermedades crónicas que debiliten su sistema inmunológico. Sin embargo, podrían quedar secuelas en las personas recuperadas de Covid, bajo distintas afecciones y dolencias.
La directora técnica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Van Kerhove, indicó que la preocupación de esta entidad ya no solo radica en la posibilidad de muerte de algunas personas ante el contagio, sino en los efectos secundarios que la infección ha traído a personas que hayan contraído la enfermedad, incluso cuando se hubiesen desarrollado “síntomas leves”.
Traducido a números, estudios médicos registraron que 7 de cada 10 pacientes que sufrieron un caso leve o moderado al transitar la enfermedad continuaron con síntomas hasta 60 días después de recibir el alta.
Por otra parte, un 33% seguía sintiéndose enfermo o en peor estado que al inicio de la infección.
Especialistas han detectado que, en los casos que requirieron internación por la gravedad del paciente, han quedado secuelas en el corazón, pulmón y cerebro. Sin embargo, ahora se habla de una nueva secuela. Se trata de una especie de «niebla» o «nebulosa Covid» donde el paciente pierde la memoria, e incluso sufre episodios de confusión, dificultad para concentrarse o comprender palabras cotidianas, vértigo o mareos.
También pueden quedar otras secuelas como dolor en el pecho y/o articulaciones, tos, rinitis, dificultad para respirar, pérdida de apetito, fatiga, disminución del olfato, mucosidad, dolor de garganta, ojos rojos, entre otras.
Es por eso que el doctor Hugo Pizzi recomendó a aquellas personas que se hayan “recuperado” del Covid que continúen ejecutando el esquema de las “3 P”: pausa, planificación y priorización. Es decir, regular el ritmo diario de actividades y descansar adecuadamente en tiempo y calidad, distribuir mejor las actividades durante la semana para evitar el sobrecargo de uno de ellos, y mantener prioridades claras de tareas en la rutina, evitando todo lo que exceda lo imprescindible.
“Siento que tengo demencia”
Esta semana trascendió la experiencia de Liza Mizelle, una enfermera que en julio contrajo coronavirus. Ella contó que ahora necesita la ayuda de sus compañeros y compañeras en la realización de tareas en su trabajo dado a que olvida los tratamientos de rutina y los análisis de laboratorio que solía saber de memoria: “Salgo de la habitación y no puedo recordar lo que el paciente acaba de decir”.
“Me asusta pensar que estoy trabajando”, cuenta Mizelle. “Siento que tengo demencia”.
El caso del viajero Michael Reagan toma, en cambio, otra dimensión aún más compleja: olvidó por completo sus dos semanas de vacaciones en París, transcurridas apenas unas semanas antes.
Mizelle y Reagan no son casos aislados: un estudio publicado en la revista Brain indica que el Covid-19 puede ser la causa incluso de complicaciones neurológicas como psicosis y delirio.
Durante la fase aguda de Covid-19, Tomás Segura, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Albacete, indica que algunos pacientes mostraron encefalopatías (pérdida de la función cerebral) que iban “desde el simple aturdimiento hasta la bradipsiquia (lentitud en el proceso cognitivo) o incluso el estupor”. “Algunos de estos pacientes que estuvieron más graves, una vez recuperados, nos cuentan que meses después todavía no se encuentran del todo lúcidos”, añade.
Confusión en la comunidad científica
Desde el campo de la ciencia aún no hay certezas sobre las causas de la obnubilación o estas “nieblas mentales”, mas creen que surge cuando la respuesta inmunitaria del cuerpo ante el virus no se detiene o que se debe a la inflamación de los vasos sanguíneos que van al cerebro.
La confusión, el delirio y otros tipos de trastornos a las funciones mentales, llamados encefalopatía, se han producido durante la hospitalización por problemas respiratorios derivados del Covid-19, y un estudio reveló que esos pacientes necesitaban períodos de hospitalización más prolongados, tenían índices de mortalidad más elevados y a menudo no podían realizar sus actividades diarias inmediatamente después de la hospitalización.
Secuelas cardiovasculares
En un estudio de IntraMed que incluyó a 100 pacientes recientemente recuperados de Covid-19, la resonancia magnética cardíaca reveló compromiso cardíaco en 78 pacientes e inflamación miocárdica en 60 de ellos.
El escrito arroja que este virus afecta de manera prominente el sistema cardiovascular al exacerbar la insuficiencia cardíaca en pacientes con afecciones cardíacas preexistentes y elevación de troponina en pacientes críticamente enfermos, por lo que sugieren al resto de la comunidad científica seguir estudiando este fenómeno post-Covid.
Covid en niños y niñas
A lo largo de la pandemia de Sars-CoV-2 (el virus de Covid-19 desarrollado), las y los niños han mostrado tener menor frecuencia de contagio por este virus y una evolución benigna de la enfermedad asociada con un mayor porcentaje de casos asintomáticos, comparado con los adultos. Sin embargo, un pequeño porcentaje presenta un cuadro con fiebre alta, compromiso de estado general, asociado a signos de inflamación a nivel de varios órganos o sistemas, que pueden evolucionar de manera grave, requerir hospitalización y eventualmente (en el menor de los casos) tener un desenlace fatal. Este conjunto de manifestaciones es se ha denominado síndrome inflamatorio multisistémico asociado a Covid-19.
“Aún no hay cifras precisas de la incidencia de este síndrome o de su distribución por país. En un grupo de estos niños se ha podido demostrar una asociación con enfermedad Covid-19 previa o antecedente de contacto estrecho con enfermos confirmados o evidencia de infección asintomática (presencia de inmunoglobulinas/anticuerpos en sangre), en las 4 a 6 semanas anteriores al inicio del cuadro. Una minoría se asoció a síntomas de enfermedad aguda y PCR COVID (+). Los datos a la fecha no permiten decir cuántos de los niños expuestos al virus van a desarrollar esta evolución grave”, explica la Dra. Cecilia Méndez, inmunóloga infantil y miembro de la Urgencia Pediátrica de Clínica Universidad de Los Andes (Chile).
Sin embargo, se estudia ahora la permanencia de dolores musculares como nuevas secuelas de un virus que muta y presenta no solo nuevos síntomas, sino también nuevos efectos adversos incluso una vez fuera del organismo de niños y adultos.
No subestimar al virus, sin importar la edad que se tenga ni las condiciones de salud, es parte del cuidarse a uno y cuidar al resto. La Argentina cumple un año con el virus alojado en su territorio y ha dejado claro que finalmente “no es un gripe más”.
Escrita por Florencia Galarza